La profe de Yoga, Agus Grandoli, nos enseña a meditar con un japa mala, y nos cuenta cómo surgió esta tradición.
Mantra japa
Buda dijo en la noche de su iluminación: “He visto el constructor de la casa”. Es decir, veía el modo en que se diseñan y construyen el carácter y la personalidad, pauta tras pauta hasta levantar una casa de pautas complejas e intratables. Buda descubrió que cuando sabemos ver lo que hay detrás de esas pautas, podemos trazar una estrategia para desmantelarlas. Por consiguiente, debemos entender que no somos esas actitudes que fuimos adquiriendo, saber que podemos desarticularlas hasta encontrar nuestra propia esencia.
En la quietud y en el silencio se develan las raíces sutiles de la conducta, y cuando han quedado expuestas, van disminuyendo de a poco.
En la tradición yoguica lo llaman “vaciarse”, el ser no puede llenar un corazón colmado. De este modo, el meditador verá lo llena que está la mente y cómo nos identificamos con ese río turbulento de pensamientos que nos sacuden de aquí para allá.
En contraposición, se desvelan niveles más profundos de la mente que se encuentran por debajo del flujo del pensamiento corriente. Se potencia la intuición, que es nuestra guía, que así proviene de forma inmediata sin intervención de la razón (Cope, 2006).
En un principio me parecía imposible poder estar a solas sin que alguna idea viniera a invadir ese instante. Comencé a indagar distintas técnicas que llevan al mismo estado de “no pensar”, de “vaciarse”. Una de ellas, llamada mantra japa, es una de las formas de recitación más antiguas. Esta práctica surgió muy probablemente de la recitación ritual de los textos védicos sagrados de la antigua India (bastante antes del 1500 a.C).
Cómo meditar con el japa mala
La recitación se efectúa con un japa mala, cuya etimología en sánscrito significa japa, murmurar o rezar en voz baja, y mala que se traduce como guirnalda. Un japa mala es un atado de 108 cuentas, similar a los rosarios de la religión católica: se lo sujeta con la mano derecha y ayudándose con los dedos pulgar y corazón o medio y anular se va pasando cada una de las cuentas mientras se recita un mantra. Esta recitación deja la mente absorta y excluye los pensamientos.
Los yoguis descubrieron que la recitación del mantra podría pronunciarse en voz alta o susurrarse. Se cree que la recitación susurrada es mil veces mejor que en voz alta, y que la recitación mental es mil veces mejor que el mantra susurrado. Cuanto más sutil es el objeto de la atención, más precisa tiene que volverse la mente para captarlo.
Los mantras son vibraciones sonoras puras que ayudan a liberar nuestra mente de cualquier influencia negativa. Man significa “mente” y tra significa “liberación”. Los mantras son herramientas poderosas para armonizar nuestra mente y situarla en una meditación profunda.
Cuando la atención sostiene el objeto, la inquietud mental se apacigua, se estrecha la corriente de pensamiento discursivo. Las ondas cerebrales se ralentizan, el sistema nervioso y la respiración se calman, y suele producirse una sensación de dicha, de bienestar en todo el cuerpo.
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