La profe Ceci Carrano nos comparte un texto super útil para estos días: Cómo cuarentenear con niños? Por suerte tenemos Yoga!.
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Nunca antes habíamos tenido que permanecer en casa durante tanto tiempo. Y con hijos a cargo, el desafío es aún mayor. Aquí intentaré darte algunos tips desde mi experiencia en Yoga para Niños, para que a través de la práctica en familia, encuentres un espacio de calma donde poder contrarrestar los efectos físicos y mentales que ejerce sobre nosotros la cuarentena. Y también para poder tomar esta situación como una oportunidad de encuentro verdadero con nosotros mismos, y a la vez con quienes nos rodean: una oportunidad para revisar la forma que fueron tomando nuestros vínculos con el paso del tiempo, reflexionar y sanar.
“A mi hijo no le gusta hacer Yoga”
Antes que nada, quisiera hacer una aclaración. He escuchado comentarios, incluso de amigas, tales como: “A mi hijo no le copa el Yoga, dice que no es para él”. Es cierto que no todos nos sentimos inclinados hacia las mismas cosas, pero cuando se trata de los niños la gran mayoría de las veces depende de cómo los adultos les presentamos la actividad, y de cuán abiertos nos encontramos nosotros a adaptarnos, y a mirar con ojos vírgenes lo que ellos necesitan, en ese momento específico. Tené en cuenta:
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- Siempre buscar hacer que la práctica de Yoga llegue como una invitación al juego.
- Mantenete flexible, atento y abierto, dejando que los niños nos vayan diciendo por dónde ir.
- Escuchá sus propuestas, las cuales debido a su gran nivel de intuición, estarán muy bien orientadas a trabajar con lo que se necesita trabajar en ese momento.
Para que sea Yoga, no es necesario que haya un montón de posturas complicadas, vinyasas y saludos al sol. Para que sea Yoga, tiene que haber una predisposición de nosotros los adultos a dejar a un lado todo lo que estamos haciendo: trabajo, quehaceres del hogar, e incluso lo que no hacemos con el cuerpo pero que estamos permanentemente haciendo con nuestra mente.
Con frecuencia, nos dejamos tomar casi completamente por preocupaciones acerca de lo que vendrá, o por pensamientos sobre tareas pendientes, perdiéndonos así la frescura que trae el vivir lo que está sucediendo aquí y ahora. Para que sea Yoga tenemos que hacer nuestro mayor esfuerzo para soltar todo aquello al menos por un rato, y entregarnos al momento presente, a través del juego con nuestros hijos.
Las posturas y las respiraciones son el medio, son las herramientas prácticas con que contamos. De ninguna manera son la meta en sí. El objetivo es estar presentes, pero presentes de verdad, con mente y corazón, sin pensar en el pasado, sin preocuparnos por el futuro. El objetivo es entonces experimentar la Presencia que somos, y que traerá por añadidura un nivel de conexión más profundo con el entorno.
Comenzamos..
Lo primero a tener en cuenta es que es posible que los niños tengan un exceso de energía, producido por la falta de movimiento. Y los adultos, o hijos adolescentes, en general nos encontramos embotados, con disminución de la energía por estar quietos. Muchos de nosotros vivimos en espacios reducidos y, aun suponiendo que tengamos espacio, estamos muy expuestos tanto nosotros como los niños a las pantallas, porque es la forma que tenemos de comunicarnos con el afuera.
Por eso, mi primer sugerencia, es moverse.
El cuerpo está diseñado para moverse.
Los niños necesitan del movimiento para poder crecer y desarrollarse saludablemente. La actividad física genera hormonas como serotonina, dopamina y endorfinas que no solo nos ayudan a conciliar el sueño y a regular la digestión, sino que también generan una sensación de calma, felicidad y bienestar. Además, todos necesitamos transpirar. Esto no solamente lo requiere el cuerpo, sino, y sobre todo, la mente. Es necesario transpirar nuestras emociones, que pueden ser intensas o estar enmarañadas y al punto del desborde debido a la situación que atravesamos.
Una idea divertida puede ser hacer saludos al sol en cámara rápida y en cámara lenta. Saltar de la postura del perro a la de la rana alternadamente, por ejemplo. Jugar a saltar como rana por toda la casa, atrapando bichitos. Podemos hacer saludos al sol bien activos con música, bailar, hacer una clase de zumba por youtube, saltar y bajar de la silla, saltar la soga. En realidad la clave es buscar con mente abierta cualquier cosa que nos anime a movernos, y que nos haga transpirar.
Después de una entrada en calor con mucha descarga, quizás nos venga bien practicar algunas asanas de manera estática, es decir, sosteniéndolas por algunos segundos. No solamente seguiremos fortaleciendo al cuerpo físico, sino que comenzaremos a trabajar la concentración y estaremos induciendo estados de mayor armonía.
La práctica de posturas
Para eso, podemos empezar por practicar algunas asanas suaves imitando animales o elementos de la naturaleza. Podemos tomar cualquier libro de cuentos, si es de esos con muchos animales distintos será aún más divertido, e ir contándolo mientras actuamos los personajes. También podemos inventar nuestras propias tarjetas de Yoga con dibujos de animales, o incluso con recortes de revistas. Hay tantas asanas como seres en la naturaleza. En verdad, cualquier cosa puede ser para nosotros una postura: una mesa, una silla, una flor, un canguro. Y si no logramos imaginarnos cómo hacer una postura, podemos preguntarles a los niños: sin dudas, la van a inventar enseguida y con muchísima facilidad.
Aquí va un ejemplo de cómo podríamos contar un cuento para actuarlo con asanas. Podemos tomarlo como guía y con un poco de imaginación modificarlo según nuestro deseo o lo que los niños propongan:
En una montaña muy fuerte y quieta (Postura de la montaña o Tadasana), vivía un árbol muy sabio (Postura del árbol – Vrksasana, de ambos lados) con raíces firmes y ramas bien altas que rozaban el cielo. Un día, una mariposa (postura de la mariposa o Bhaddha konasana) lo visitó. Le preguntó cómo podía hacer para convertirse en una gran Guerrera (postura del guerrero o Virabhadhrasana I) para nunca, nunca más sentir miedo (postura del guerrero o Virabhadhrasana II). El árbol sabio (Postura del árbol – Vrksasana), invitó a la mariposa a sentarse como la flor (postura de loto, medio loto o postura fácil de meditación – sukhasana) a desplegar sus pétalos de colores (elevamos y bajamos los brazos suavemente) y a respirar bien profundo (inhalamos y subimos los brazos, exhalamos y los bajamos). Mientras la mariposa respiraba entonces como una flor, el árbol le contó un secreto: “Querida amiga: no es valiente quien no tiene miedo; sino quien, a pesar del miedo, se anima a enfrentar los desafíos que la vida le presenta y a dar lo mejor de sí “. La mariposa sonrió, pues había comprendido que los verdaderos guerreros son aquellos que aún sintiendo miedo, se animan a hacer lo que les dicta su corazón. Y se sintió mucho más aliviada y feliz. De pronto, se vio a si misma como una gran guerrera y comprendió que era momento de comenzar a enseñarles a otros esa verdad.
Tiempo de calma
Luego del trabajo con posturas, es bueno inducir un estado de calma. Para ello podemos utilizar algunos ejercicios de respiración como el de la flor que mencionamos en el ejemplo del cuento, o como los que explico a continuación:
– Respiración de olas: Tapamos los oídos con los dedos o ahuecamos las palmas tapando las orejas y escuchamos el sonido de la respiración. Suena igual que las olas en el océano. Cuando inhalamos, las olas vienen más cerca y cuando exhalamos, las olas se alejan hacia el océano. Esta es una gran práctica que también podemos hacer con los chicos antes de ir a dormir.
– Respiración de la abeja: sentados derechos y tapándonos los oídos, inhalamos por la nariz, produciendo un zumbido similar al que realiza la abeja, con la letra “M”. Tratamos de sentir la vibración de este sonido en el entrecejo. Repetimos de 3 a 5 veces.
También podemos simplemente observar la respiración sin modificarla, imaginando que la panza es un globo que se infla o se desinfla. Busquemos cómo adecuar los ejercicios según la edad de los niños, para que sean comprensibles y a la vez atractivos.
Por último, nos invito a tumbarnos en el suelo boca arriba y practicar la relajación, que es un arte en sí misma. Podemos comenzar por practicar un escaneo corporal del cuerpo (imaginando una mariposa que se va posando en las diferentes partes del cuerpo, iluminándolas y pidiéndoles que se relajen, por ejemplo). O con una visualización de un cielo estrellado, nuestro cuerpo volviéndose liviano como una nube, o recreando alguna escena agradable de las vacaciones, como el estar caminando por la orilla de un mar o río.
El tiempo de relajación depende de cada niño. La relajación consciente es una práctica, y como tal lleva tiempo, dedicación y entrenamiento. No nos demos por vencidos si al comienzo les cuesta quedarse: es un proceso, y es diferente para todos.
Siempre preguntemos a los niños cómo se sintieron, y agradezcámosnos mutuamente por habernos regalado ese tiempo de presencia y conexión. Propongo que nos miremos a los ojos y nos abracemos, no encuentro algo más sanador.
La atmósfera
Los pasos antes mencionados pueden realizarse uno tras otro, tal cual lo narrado, o pueden tomarse por separado y hacer de manera aislada. Busquemos los momentos adecuados, y que siempre sea una propuesta de compartir tiempo juntos, nunca una imposición.
Generar una atmósfera de armonía durante el día nos va a ayudar a mantenernos en un estado más saludable. Es lindo que haya música suave en la casa, mantener los espacios despejados en la medida de lo posible y colocar cada tanto un rico aroma prendiendo un sahumerio. Mantengámonos informados, pero cuidemos de no exponer excesivamente a los niños a las noticias, preservando así su mundo interno. Creo que también debemos sacarles presión en relación a las tareas de la escuela: ayudarlos a hacerlas, pero comprendiendo que para ellos también este momento es difícil, ya que probablemente extrañen a sus amigos y maestros, por más que no lo expresen.
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Yoga en todo momento, dentro y fuera del mat
La vida nos ha puesto en este escenario, para que nos detengamos y repensemos nuestra forma de accionar. Para mí, uno de los objetivos del Yoga es tomar consciencia de nuestra existencia individual, formando parte de un todo mayor, y de la inter-conexión entre todos los seres. Somos responsables como parte de esta humanidad de lo que está aconteciendo. Creo que es una buena oportunidad para hablar con nuestros hijos sobre esto, y hacerlos partícipes de pequeñas acciones que son parte de un cambio.
Podemos armar eco ladrillos colocando nuestros residuos plásticos como envoltorios o bolsas en una botella hasta que quede bien compacta, y luego, en su momento, llevar estas botellas a quienes las utilizan para construcciones sustentables. Podemos separar aquellas cosas que realmente no necesitamos. Y no hablo de sacar solamente lo que no usamos, sino lo que realmente está de más. Si hoy todos abriéramos nuestras alacenas dispuestos a compartir lo que tenemos, no habría hambre en el mundo. Será una hermosa enseñanza el mostrar que se puede vivir de manera sencilla.
Son tiempos de reflexión. Cultivemos la comprensión y la paciencia. Las relaciones humanas son un gran terreno de práctica, seamos observadores de los roles que cumplimos, desde dónde hacemos las cosas, qué cosas vivimos esperando del afuera y de los demás. Los niños se nutren de nuestros propios procesos. Por lo que toda reflexión y trabajo de autoconocimiento que podamos hacer sobre nosotros, los va a ayudar a ellos.
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Mañana es Jueves de #communitytopic
Se trata de un espacio de intercambio en nuestras stories de Instagram, dónde una invitada/o comparte su experiencia sobre temas de interés para nuestra querida #comunidadlulea
Mañana recibimos a Ceci Carrano que estará compartiéndonos todo su conocimiento y experiencia sobre Yoga para niñes
No te pierdas las stories de este jueves especial y aprovechá para preguntar y aportar lo que quieras!
Seguimos cuidándonos y acompañándonos, cada cual desde su pero siempre conectadxs
Namasté
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