En el día del Orgullo LGBTIQ+, la profe de Yoga Ariana Melean Galavis, comparte un texto sobre la poderosa introspección que nos brinda el yoga, y el aprender a observarnos con agradecimiento: Adueñarse de nuestra existencia.
Aprender a habitar la rareza
Cuando pienso en darle una mirada a la diversidad desde una perspectiva yóguica, todo me cierra perfectamente. Con la práctica de yoga poco a poco te haces un poco rarx, sueltas costumbres “normales”, priorizas en cosas que te hacen bien y empiezas a cultivar el amor propio a partir del autoconocimiento. Te conviertes de a poco en una cosa rara dentro de una sociedad que opera bajo otras lógicas.
Cuando pienso en la diversidad, las multitudes queer o colectivo LGBTIQ+, veo un trabajo similar. Una introspección profunda, pues en el afuera no hay nada que se le parezca a lo que siento, ni a lo que soy, no hay representación y por ende no hay aprobación, ni amor, ni contención. Se habita en principio a la rareza y desde esa rareza se cultiva el temple para sentir orgullo. Orgullo entre tanta vergüenza.
Muchas personas piensan que el escándalo, el brillo y el gozo de la comunidad LGBTIQ+ viene sólo de la incapacidad de estar en orden o de habitar la “seriedad”. Incluso piensan que es una manera de compensar nuestras carencias, pero desde adentro, yo lo veo y lo vivo distinto. Ese grito de guerra se basa en un amor muy profundo e intenso por lo que somos. Un amor tan inimaginable y tan intangible que desarrollamos hacia nosotrxs mismxs y hacia a lxs otrxs que son espejo, que necesita ser drenado, expulsado y vomitado a los cuatro vientos con toda la monstruosidad que nos constituye. Esa monstruosidad que consiste simplemente en adueñarnos de nuestra existencia, replanteando y cuestionando todo patrón a seguir, armando un nuevo libreto ajustado a nuestra a nuestra esencia y a nuestras necesidades (esto me recuerda un poco a la práctica estilo mysore).
Santosha es también agradecer
La mayor monstruosidad de todas es reconquistar nuestros cuerpos colonizados por la norma, nuestros vínculos, nuestras casas, nuestras familias, es decir, la forma en la que decidimos vivir. Y allí me encuentro con la palabra clave de esta consigna: “Santosha”, segundo Niyama que hace referencia, en principio, a mantenernos contentxs. Porque atravesando todos los juicios, chistes, opiniones y preguntas incómodas que me cruzo en el camino, me encuentro a mi misma con una sonrisa guardada al bordecito de la boca al verme en el espejo. Siento que estoy en el lugar correcto a pesar de ver toda una estructura social que lo niega o que prefiere algo distinto de mí.
Entonces me remonto al hermoso y doloroso poema “Hojarascas” de Susy shock, activista travesti de quien también aprendí a resignificar la palabra monstruo: “Y entonces, la única certeza es el fracaso, ese es nuestro punto de encuentro, desde ahí estallarán los nuevos hallazgos.” Y me libero y agradezco.
Audre Lorde dijo en una ponencia leída en 1977 en Chicago que se titula: “Transformación del silencio en lenguaje y en acción” y publicada por primera vez en 1978:
“… hemos tenido que aprender esta primera lección, la más vital, y es que no se suponía que fuéramos a sobrevivir. No como seres humanos. Ni se suponía que fueran a sobrevivir la mayoría de ustedes, Negras o no. Y esa visibilidad que nos hace tan vulnerables, es también la fuente de nuestra mayor fortaleza”.
Y es ese sobrevivir que me conecta con el gozo, y es esta visibilidad a la que me expongo en este momento al decir todo lo que siento aún con miedo, es la vulnerabilidad la que me hace sentir infinitamente agradecida. Santosha más que sentirse alegre, consiste en una serena sensación de agradecimiento por lo que sí está, por lo que hemos avanzado, tanto individual como colectivamente.
Cada vez que me veo a mi misma tomada de la mano con una chica por las calles de Buenos Aires, agradezco cada persona que luchó por su derecho a vivir en libertad sus deseos, su identidad, su expresión y su amor, y hacerse visible a pesar de las violencias, a pesar incluso de arriesgar su vida.
En la práctica de yoga tenemos la costumbre de agradecer a todxs lxs maestrxs que han transmitido su conocimiento de generación en generación hasta llegar a nosotrxs. Yo siento lo mismo por cada lesbiana, bisexual, transgenero y travesti que ejerció su derecho a la libertad de SER a pesar de saber las consecuencias de esto.
Agradezco y honro a cada disidente que se mostró orgullosx antes de yo poder hacerlo, su visibilidad me salvó de mi propia jaula de la comodidad, hoy me hacen sentir en casa. Hoy siento que les debo mi libertad.
Con amor y orgullo.
Ari
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