Lautaro Burket, nos explica de que se trata el quinto anga, Aparigraha, y cuales son los beneficios de observarlo en nuestra práctica.
Desapego
Hoy día se habla cada vez más de cultivar el desapego para volvernos más libres. No se trata, sin embargo, de una idea nueva: muchas tradiciones y culturas arcaicas mencionan en sus textos sagrados la necesidad de realizar acciones “desinteresadas” como camino hacia la realización espiritual.
La práctica de Ashtanga Yoga nos enseña, en este sentido, a desapegarnos de nuestro cuerpo físico y a contemplar las posibilidades que este ofrece en cada práctica. Quienes practican las series de forma regular, aprenden rápidamente que el cuerpo físico tiene límites y que estos varían diariamente; esto significa que lo que ayer pudimos hacer con soltura, hoy tal vez nos cueste un poco más, o a la inversa.
En otras palabras, por más que nuestro deseo sea ir “más allá” en cada postura, es el cuerpo el que indica hasta qué punto podemos llegar y donde debemos detenernos para no lastimarnos. Cuando logramos entender esto nos volvemos capaces de practicar sin la necesidad de obtener inmediatamente el fruto de nuestro esfuerzo: practicamos por el placer de practicar, por el bienestar físico y emocional que nos genera.
Aparigraha, más allá del mat
Como les practicantes de Ashtanga Yoga conocen, la práctica excede los minutos de actividad en el mat y se extiende a todos los ámbitos de la vida. En este sentido, entre los postulados éticos o principios de conducta que componen el fundamento ético de la práctica de yoga, aparigraha es un concepto que aborda lo que en occidente entendemos como “desapego”.
Este yama o principio de conducta universal nos impulsa a renunciar al interés desmedido por el fruto de nuestras acciones, así como al apego al resultado de las mismas, impulsándonos así a valorar las instancias de aprendizaje y transformación como una forma de crecimiento interior.
Practicar el desapego, entonces, nos ayuda a evitar esa tendencia tan común en nuestra sociedad que se basa en sostener prejuicios o ideas acerca de lo que hacemos o lo que hacen les demás. De esta forma, permitirnos a nosotres mismes, y a les demás, simplemente ser.
En este sentido, resulta necesario comprender que practicar el desapego no implica no actuar para evitar resultados no deseados, sino hacerlo a conciencia, sabiendo que el lugar al que se arribe no determinará quienes somos. Dicho de otra manera, si bien todo lo que hacemos tiene consecuencias en nuestro presente más inmediato, eso no determina, sin embargo, nuestra naturaleza única e inmutable, esa que va más allá del cuerpo físico: nuestro ser conciencia.
Desapego vs Consumismo
Como integrantes de la sociedad nos encontramos muchas veces atravesados por hábitos negativos impulsados por el mismo modelo social y productivo que habitamos. Me refiero particularmente al hecho de que cuando nos miramos a nosotres mismes usualmente nos concentramos en nuestras carencias más que en nuestras virtudes.
Esto no es algo que traemos desde que nacemos: la cultura hegemónica lo impone cuando nos enseña a “compararnos” constantemente con les demás. Nos impulsa a sentirnos “incompletos” en relación a lo que tenemos —a nivel material y espiritual— dado que esa insatisfacción constante resulta una excusa válida para vendernos aquello que deseamos pero que seguramente no necesitamos tanto. En este contexto, practicar el desapego hacia nosotres mismos y hacia afuera, es decir, hacia lo que se nos “vende” como mercancía, permite que nos liberemos de la lógica consumista del sistema y su escala de valores o que, si consumimos, seamos conscientes de por qué y para qué lo hacemos.
Ejercicio
Para terminar este artículo me gustaría recomendar una actividad que suelo realizar cuando me siento abrumado por las actividades de la realidad cotidiana. En esos momentos de presión me tomo un minuto para relajarme y preguntarme cómo me siento, qué idea o pensamiento está ocupando lugar en mi cabeza actualmente y por qué, qué es lo que estuve haciendo bien estos días, qué logros conseguí en este último tiempo, no solo material sino espiritualmente.
Siento que reflexionar acerca de estas cuestiones y recordar las instancias del proceso emocional que estoy atravesando me distancia, aunque sea momentáneamente, de la necesidad de “adelantarme” a lo que estoy viviendo, permitiéndome así volver mi atención hacia la realidad que me ofrece el presente.
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Sobre Lautaro Burket
Vive en Mar del Plata y practica Ashtanga Yoga en el estudio de luleå 14/7 vinyasa yoga. Leer literatura y practicar yoga son sus actividades preferidas. Actualmente cursa el Profesorado en Letras en la Universidad Nacional de Mar del Plata y en sus ratos libres escribe poesía.
Me propongo abordar mi relación con cinco conceptos surgidos de mi experiencia como practicante de Ashtanga yoga: meditación, concentración, desapego, contemplación e impermanencia.
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