Publicado el 18/06/2021

Observar lo sutil

La profe de Yoga, Martina García, describe la forma de discernir entre nuestro cuerpo material y nuestro cuerpo energetico: Observar lo sutil.

Si no hacemos un trabajo interno diario de discernimiento, naturalmente nos volcamos hacia la identificación con la materia. Nos es más fácil entender el mundo a través de nuestros sentidos, y nos perdemos en el juego. Nos perdemos en los colores que vemos, en la solidez del Universo, en las texturas de las cosas, las cosas en sí, los olores, las partículas que quedan en el aire, nos perdemos en los sabores y en el placer de sentirlos, nos perdemos en los sonidos del mundo exterior. El discernimiento está en observar lo sutil.

Cuando estudiamos un átomo, entendemos que hay un núcleo, y un campo electromagnético en el cual se encuentran los electrones. Para decirlo burdamente, si pensamos en un átomo pensamos en una pelota, como si fuera un sol, con unas pequeñas pelotillas, como si fueran planetas que se mueven de cierta manera alrededor del núcleo. Pero no pensamos en el campo electromagnético. No pensamos en lo invisible, en lo sutil. Nos imaginamos una órbita casi sólida y dejamos de pensar en lo que significa ese espacio, aparentemente vacío. En ese espacio radica nuestro discernimiento.

Cuando estudiamos el porcentaje de materia con respecto al porcentaje de energía que sucede en un átomo, entendemos que la cantidad de materia es muchísimo menor con respecto a la energía, a la información, al campo, a lo invisible. Si amplificamos esos resultados a lo macro, podríamos decir que la cantidad de materia del Universo, frente a la cantidad de energía, es radicalmente menor. Y sin embargo, nos empeñamos en reconocernos con la materia, con lo que percibimos mediante nuestros sentidos, con nuestro cuerpo, con nuestras cosas. Nos cuesta un infinito percibir desde el sentir, entender desde la consciencia, hacer foco en el campo. Ser. 

Centrar la consciencia en lo material es limitarnos enormemente. Identificarnos con los límites de la materia. Cerrarnos a una única posibilidad. En cambio centrar nuestra consciencia en la energía, nos abre a un mundo infinito de posibilidades que están ocurriendo al mismo tiempo, esperando ser manifestadas. Y quién manifiesta esas posibilidades? La consciencia. Pero es tan difícil despertarnos y sentir, percibir, ser. Nos despertamos y estamos rodeados de cosas que nos recuerdan los límites de la vida material. Nos olvidamos de quienes somos y recordarlo, identificarnos con la luz que somos, requiere trabajo, esfuerzo, dedicación y tiempo. Tiempo para entrar en un estado donde el tiempo no existe. ¿Qué paradoja, no?

El ejercicio diario de meditar nos permite adentrarnos en este campo; físicamente nos permite pasar de las ondas cerebrales beta a las ondas cerebrales alfa en donde la consciencia logra expandirse. Deja de estar atrapada en las miles de distracciones diferentes de la materia para unificarse y concentrarse en la nada, o mejor dicho, en el todo. Porque si la materia surge como manifestación de Purusha, y este campo de información en donde la materia existe en un estado inmanifestado, ese campo, ese vacío, esa energía, esa consciencia que tiene la semilla con la posibilidad de que todo se manifieste, es el todo. 

El ejercicio diario de pasar el foco de la consciencia de la materia a la energía, al todo, podrá de a poco recordándonos cada vez de forma más inmediata, nuestra verdadera identidad: El todo.

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Publicado por Martina García

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