Descripción
Krishnamacharya fue el maestro principal de BKS Iyengar, K. Pattabhi Jois, Indra Devi y TKV Desikachar, quienes se convirtieron en los principales exponentes del yoga en Occidente. Este libro poético e histórico narra la vida de Krishnamacharya y aporta una visión íntima de su genio y sabiduría. Desikachar, el hijo y heredero de Krishnmacharya, ofrece su perspectiva única sobre esta figura legendaria y también aborda temas fundamentales para todo practicante o estudiante del yoga.
“Krishnamacharya creía firmemente que el yoga era el regalo más precioso que la India ha ofrecido al mundo. Parte de su genialidad fue utilizar su inmenso conocimiento para resignificar la sabiduría antigua en la vida moderna. En ese sentido, este hombre tan ortodoxo entre los religiosos fue también uno de los más revolucionarios.
Él erradicó las prohibiciones que desde hacía cientos de años impedían enseñarle yoga a las mujeres. De hecho, creía que el yoga era aun más importante para las mujeres que para los hombres, en parte porque mejoraría su salud durante el embarazo y ayudaría a dar a luz a un niño sano. También pensaba que a la hora de preservar y transmitir las enseñanzas yóguicas, las mujeres eran las más dignas de confianza”.
“La práctica es acción. En esto, el yoga difiere de otras escuelas de filosofía y de pensamiento que se basan únicamente en la investigación intelectual o en supuestas verdades. El yoga siempre incorpora la experiencia vivida y, por lo tanto, muchos inician la práctica a través de las funciones más elementales de la vida: movimiento, respiración y alimentación.
En el yoga, la consciencia se integra al movimiento a través de los ejercicios de asanas. El cuerpo progresa hacia el equilibrio de la relajación y la atención consciente. En pranayama, la consciencia se funde con la inhalación, la retención y la exhalación. Vamos aproximándonos a la idea de que existe algo más grande que el “aire” que fluye a través nuestro. Lo mismo ocurre con la consciencia que interviene en la selección y en la cantidad de comida que ingerimos. Así empezamos a concebir la alimentación como una fuente de revitalización, no de saciedad”.
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