La profe de Yoga, Martina García, nos comparte su experiencia en el camino de la auto-sanación: Nunca vivir fue tan real
El proceso de sanación no es fácil. No sólo no es fácil, es mucho más difícil y doloroso de lo que pensamos que va a ser.
Como cualquier desintoxicación profunda, terminamos en medio de remolinos de oscuridad, con miedo, vomitando todo lo que nos hacía mal. Si tuviera que compararlo con una situación real sería sin duda la depuración del Ayahuasca. Vomitamos desapegos, emociones estancadas, dolores profundos y miedos.
Es un camino que te enfrenta cara a cara con tus fantasmas más profundos. Eso que no querés ver, eso que sabes que es parte tuya pero no lo querés reconocer. Eso a lo que te querés aferrar pero muy en el fondo sabes que tenés que dejarlo ir.
El camino de sanación es doloroso y aterrador
No solo tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos, sino que tenemos que lidiar con una realidad en donde no muchos están preparados para sanar. Piden explicaciones, justificaciones e intentan sabotearte, quizás porque muy en el fondo sienten culpa de no estar haciendo lo mismo.
No quiero que sanes. Si sanas queda en evidencia que yo estoy enfermo y no quiero hacer el esfuerzo de sanar. Porque no quiero enfrentarme a toda la podredumbre que sé que está ahí.
Quiero quedarme donde estoy.
De algo hay que morir.
Mis abuelos comieron queso toda su vida y están fenómeno.
Esas y mil más. Directas e indirectas. Con amor o con bronca.
Todas y cada una de ellas, aprendí primero a atajarlas. Me volví una arquera profesional: que venga el que sigue. Aprendí también a devolverlas, darles una buena patada y mandarlas al otro lado de la cancha.
Pero después entendí que eso me consumía demasiada energía, y en este camino hay algo que es sagrado: mi energía. Tengo que usarla para sanar. No para justificarme, ni defender una idea, ni luchar con otro que no entiende lo que hago.
Lo hago y punto. Y si no te gusta, no me mires.
Y así es cuando cambian las cosas
Tu contexto cambia radicalmente. Algunos desaparecen del mapa pero otros se queda y ahora no solo aceptan el proceso sino que quieren ser parte.
Te preguntan qué podes comer, porque te quieren cocinar y agasajar. Quieren que te sientas querida y quieren que sientas su apoyo.
Después te empiezan a preguntar cosas…ellos también quieren de a poquito empezar a sanar.
Y sin darte cuenta te encontraste inspirando con ímpetu y fervor a otros para que también sanen.
Sanar es tan duro, pero es tan tan lindo. En el medio de todo el proceso empezar de a poco a encontrar una conexión muy profunda con tu yo. Ese que no se puede definir. Ese que es luz. Ese que es energía. Ese que es sanación pura y creación infinita.
Hola nueva yo. No sabía que hasta ahora no me conocía de verdad. Vivir nunca fue tan crudo y tan real. Nunca me sentí tan cerca de mí como en este momento, en pleno proceso.
El proceso de sanción no es fácil, pero es lo más verdadero y real que conozco.
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Gracias Lulea y gracias Martina por tan inspiradora nota!!! La sanación es un verdadero camino de ida..es muy intenso pero a la vez maravilloso. Transitar este camino nos empodera y nos ilumina, cada día nos acerca a nuestra mejor versión!!!