Sonia German nos cuenta cómo a través del Yoga aprendió a observarse, reconocerse y dejar que se disuelvan los “deber ser”, para poder vivir libremente: Ser libre y dejar ser libres a lxs demás.
Yoga para desaprender y aprenderse
Siempre se nos sugiere a lxs practicantes de yoga que llevemos nuestra práctica del mat a la vida cotidiana, en teoría si podemos tratar con nosotrxs mismxs, podemos lidiar con cualquier cosa que se nos presente en la vida. Pero a veces el día a día puede ser mucho más difícil para quienes pertenecemos a la comunidad LGBTIQ+.
Mediante mi práctica diaria puedo darme cuenta que al intentar entenderme cada vez más, voy encontrando capas y capas de historia e imposiciones heteropatriarcales que la sociedad fue dejando como memorias o traumas en mi mente y cuerpo.
Esto hace las cosas un poco más complejas, porque no alcanza con transformar nuestra manera de pensar, hay que sanar todo un mundo allí afuera. Un mundo hetero, binario y patriarcal que perpetúa violencia y odio hacia lo diversamente raro. Y sí, formo parte de esa mal llamada minoría que es silenciada, oprimida y castigada por sentir, por mostrarse y vivir de una manera diferente a lo establecido como correcto.
Nos enseñaron muchas cosas: lo que está bien y lo que está mal, lo que es lindo y lo que es feo, también lo que tengo que hacer o no para agradar más a los demás, y acá estoy, haciendo yoga para desaprenderme.
A veces siento que me es más fácil pararme en el mat todos los días y encontrarme conmigo misma y mis samskaras, que ver cómo la gente me mira con rechazo porque no se dan cuenta si soy chico o chica. O tener miedo porque camino de la mano con otra mujer, o estar obligada a depilarme los sagrados pelos de mis piernas por si a alguien no le gusta. Y ni hablar de la hegemonía binaria que inunda las publicidades para “vender mejor”: ¿Dónde están las representaciones visuales de otras corporalidades no binarias?
No quiero parecerme a nadie, quiero dejar de ser todo aquello que me dijeron que tengo que ser. Respeto y acepto mi rareza, mi extrañeza, mi no congruencia, mi imagen indescifrable.
Apliquemos de una vez los principios fundamentales del yoga que tanto sabemos enseñar:
Dejando de violentar al resto y a nosotrxs porque no son o somos lo que pretenden (Ahimsa).
No confundiendo la verdad con el universo de realidades y conceptos individuales que existe en nuestra mente (Satya).
Descansando de todo lo que buscamos ser y tener para encajar en lo correcto (Asteya).
Abandonando la imagen del físico “perfecto” o posturas imposibles, nuestro cuerpo no determina quiénes somos (Aparigraha).
Antes de juzgar a los demás, leamos nuestro libro de vida y revisemos cómo lo estamos escribiendo (Suadhyaya).
Purificando también nuestro intelecto para estar abiertxs y que lo extraño nos nutra (Saucha).
Dejemos que la práctica de yoga sea el camino para disfrutar y dejar disfrutar de nuestra libertad.
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